
“Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía.”
Para un joven migrante, una pregunta clave es: “¿Cómo debo de vivir en esta tierra ajena con sus diferentes costumbres y comidas? ¿Cuáles son las cosas que debo dejar para adaptarme a esta nueva cultura? En la asociación más básica con la gente, y con las necesidades más elementales, ¿puede la Biblia instruirme en cómo vivir?”
El primer capítulo de Daniel (y todo el libro e general) nos ilustra poderosamente principios importantísimos para una vida de bendición y sobrevivencia en tierra ajena. El tema de asimilación a otra cultura es fascinante y compleja; la historia de Daniel y sus tres amigos nos ilustra ese conflicto de valores y nos desafía a aplicar las enseñanzas.
En el proceso de adaptación a la cultura de Babilonia, estos cuatro jóvenes no estaban dispuestos a perder su relación y fe en su Dios.
Ellos interpretaban el comer y beber como algo contaminante. De alguna forma su lealtad a Dios estaba ligada a esa acción de abstenerse de la porción del rey. “Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía” (vs. 8). A tal extremo sintió esto en el corazón, que Daniel hizo su propuesta a Aspenaz.
Para Daniel y sus amigos, Dios no sólo existía; podía ser apelado y puesto a prueba.
Ellos contaban con Su presencia en la relación social con sus jefes, Aspenaz y Melsar. La frase, “Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos” (vs. 9), nos habla de esa buena relación social importante en la que Dios intervino. El jefe les tuvo confianza, aun para arriesgarse la vida, ante el rey.
Los cuatro amigos tenían que mantenerse en muy buen estado de salud, no pálidos ni débiles.
Sin embargo Dios estaba con ellos; el resultado fue: “Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey” (vs. 15).
Además, el estudio de las letras y ciencias de Babilonia incluía los conocimientos de los magos y astrólogos del reino. Para mantener su lealtad a Dios, los jóvenes tenían que tener mucho discernimiento durante el tiempo de estudio. Esto no alteró la relación que tenían con el Dios de Israel.
Y la fidelidad de Dios es notada. “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias” (vs. 17). El temor a Jehová es el principio de sabiduría. Las habilidades intelectuales provienen de Dios.
Ellos pudieron aprender nuevos idiomas, estar bajo el control del rey extranjero en un programa demandante de educación extranjera, fueron cambiados sus nombres por otros extranjeros; pero decidieron ser fieles a Dios a través de esa prueba de comida. Esta acción por parte de los jóvenes simboliza su “no” a una asimilación cultural completa.
1. ¿Qué características de estos jóvenes destacan su herencia judía y cuáles son más de sus propias actitudes o decisiones?
2. ¿Qué sentimientos tendrían estos jóvenes al encontrarse en tierra ajena? ¿Será que el joven inmigrante se sienta de la misma forma el día de hoy?
3. ¿En algún momento sentirían que Dios estaba detrás de su movimiento migratorio? ¿Qué piensa usted de su propia experiencia migratoria? ¿Estará Dios detrás de ella?
4. Con relación a la comida o bebida, ¿cuáles podrían ser algunos retos similares a esta prueba para usted?
Por Pedro Larson, misionero
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